Tratamiento de inoxidables

   Lo que entendemos como acero inoxidable, es puramente un nombre, ya que debido a los agentes externos en el mundo del mar, como puede ser el salitre; todo material férrico acaba oxidándose si no tiene un buen mantenimiento.

   El acero inoxidable empleado en el mundo náutico es el 316, no obstante también es utilizado, en menor escala, el 304. La diferencia entre ambos es que el primero tiene más carbono, niquel y molibdeno y menos cromo. Esta estructura ayuda a ralentizar mejor la oxidación.

   Como todo material expuesto al mar, hay que limpiarlo y protegerlo (véase Tratamiento de Ceras).

   El limpiar el acero inoxidable de puntos de oxidación se consigue mediante pulimentos. En función de como se encuentre el estado de oxidación se optará por uno de mayor grano o menor.

  La protección del mismo se realiza mediante líquidos permeabilizantes que a la hora de aplicarlo establecen una película, al tacto no apreciable, que lo protege de las acciones del salitre.

   Pero como todo producto tiene una durabilidad que, del mismo modo que las protecciones a base de ceras para el gel coat, a medida que con el tiempo va desapareciendo.

   Para un buen mantenimiento hay que protegerlos cada 2 o 3 meses. No obstante la degradación del acero inoxidable por la aplicación de pulimentos a la hora de limpiarlos es prácticamente inexistente. Por ello se tiende a la limpieza de los mismos y no a su protección, ya que la metodología de aplicación es prácticamente la misma y la frecuencia del tratamiento también.